Kiang Matatanques sintió una punzada en la panza. Hacía años que no le sucedía. Y como nunca le había pasado en la vida... sintió miedo. ¿Hambre? ¿Tenía hambre? Se asustó de haber estado comiendo poco, y que sus ogros matazombies lo viesen como un flojito. Así que corrió desenfrenado por el campamento devorando de un par de bocados a todos los goblins que pudo encontrar. Tantos comió que no sólo quedó totalmente asqueado, sino que no quedó goblin alguno en el campamento.
Justo llegó uno de los Skaven que hacían de tramperos para el ejército a avisar que un ejército de hombres bestia estaba cruzando su territorio. Kiang, con la panza llena como la tenía, llamó enseguida a su hijo no reconocido, Ren Culoasesino, para que aprestase a los ogros, y con unos sonidos guturales instruyó al enigmático Zapatos de Oro para que trajese el estandarte de la cueva. Esa tarde merendarían minotauros y hombres cabra.
El lugar del encuentro fue una zona desértica no muy lejos de las cuevas que suelen usar los matazombies. Incómodo para el despliegue de tropas, por la gran cantidad de ruinas que hay allí. Cuando llegaron encontró a los hombres bestia al mando del infame Eldacar, bebiendo en el oasis.
Aquí vemos el despliegue inicial, los ogros fragmentados y las bestias presentando un largo frente de batalla.
Los carros de garragors acabaron con los tramperos. Kiang decidió esperar a que el G-Meva se les uniese antes de avanzar. Por el otro lado los toros se lanzaron al ataque junto con Jatilainen el Gigante de los Cielos. También los sueltafuegos avanzaron con ganas de destrozar cabras con sus cañones.
Aquí vemos cómo finalmente Kian acabó con los carros, pero el G-Meva se quedó quieto, no pudo generar suficiente vapor para unirse a la refriega. Por culpa de los artilugios mágicos de Eldacar los sueltafuegos no pudieron disparar. Los toros liquidaron a otro de los carros y arrazaron hasta encontrarse con los bestigors. Luego serían hechos sanguchito, y el gigante de los cielos miró durante dos turnos sin hacer nada... prefirió dejarlos a su suerte, e ir a ayudar a Kiang en el frente más duro con los minotauros. Pero no hizo falta, ya que ninguno de los gigantes llegaron a unirse, Kian, Ren y Zapatos de oro solos se los cargaron.
Esta toma muestra los últimos dos combates. Arriba los gigantes y las gargantúas luquidaron a una de gors. Y abajo Kiang y sus tripasduras fueron sangucheados mal por varias unidades. Resistireron haciendo múltimples bajas, pero no fue suficiente. Debían chequear con L9... y falló... en el turno 6. Al final la partide, totalmente sangrenta, muy tactica y entretenida, terminó en un empate. Los matazombies apenas pudieron conseguir unos 50 puntos de diferencia.
Ogros Matazombies
Estas son las aventuras de Kiang Matatanques y su hijo no reconocido Ren Culoasesino
lunes, 28 de febrero de 2011
Ogros vs Bestias del Caos
sábado, 26 de febrero de 2011
El enigmático Zapatos de Oro
Hay revuelto entre los ogros Matazombies. Kiang Matatanques acaba de cambiar a su estandarte de batalla, dejó de lado a su hijo no reconocido Ren Culoasesino en favor de un recién llegado del que nada se sabe.
El asunto fue así. Una mañana desperté con los primeros rayos del sol forzándome a abrir los ojos. Pero lo que vi en el horizonte, no era el sol, sino un ogro inmenso que reflejaba la luz solar en la inmensa cantidad de cosas de oro que llevaba encima. El resto del campamento dormía, todo a mi alrededor había ogros tripasdura totalmente dormidos, roncando en una sinfonía que uno sólo llega a apreciar luego de años de convivencia entre los ogros.
Lo mire, pero él parecía estar duro como una estatua. Tenía una cicatriz que le cruzaba el cráneo hasta la mandíbula, pasando por el ojo derecho, que estaba en blanco. Iba adornado con todo tipo de objetos de oro, pero lo que más llamaba la atención eran sus zapatos. Eran todos de oro, y estaban tan relucientes como los de un rey.
Mientras lo admiraba me sorprendió descubrir que a mi espalda estaba Kiang Matatanques mirando al recién llegado. Así de la nada, Kiang lanzó un eructo tan estruendoso que despertó a todos. Duró más de veinte segundo. El ogro de los zapatos de oro le respondió con un eructo igual.
Acto seguido los dos corrieron acercándose en lo que pensé que sería una lucha a muerte, pero que terminó en un abrazo y en dos choques de cabeza.
Ya han pasado dos semanas, y no se lo ha escuchado hablar al ogro dorado. Lo hemos apodado el enigmático Zapatos de Oro, ya que ni él dice palabra, ni Kiang habla con nadie de él.
Los pocos que preguntaron algo, recibieron golpes por respuesta, así que este humilde escriba se limita a contar sólo lo que ve.
Zapatos de Oro se comunica con Kiang y con los demás ogros con gruñidos. Así también es su relación con el pequeño perro que lo sigue a todos lados. Un perro realmente feo, que los ogros toro han apodado No se Come, ya que un ogro intentó comerlo y perdió un brazo y las dos orejas, que Zapatos de Oro cortó en segundos con su oxidado machete, para luego devorar sin remordimientos.
Ren Culoasesino no parece demasiado molesto con el recién llegado, ya que su posición dentro de la tribu no ha cambiado, incluso me ha confesado que está contento de no tener que ir cargando con el estandarte, ya que así puede matar más pequeñajos.
Tampoco parece que Zapatos de Oro vaya a ser un peligro para la tribu, ya que lo he visto mirar fijo una piedra durante horas mientras la baba le caía mojando sus dorados adornos. Realmente no es que los ogros sean muy despiertos, pero este parece especialmente estúpido.
Veremos que depara, pero lo cierto es que ha cambiado bastante la rutina entre los Matazombies con la llegada del enigmático Zapatos de Oro.
viernes, 24 de diciembre de 2010
Batalla naval Reinos Ogros vs Imperio
Batalla jugada en La Guardia Argeva
La noche anterior había sido casi mortal para Ren Culoasesino. Dos días antes su padre no reconocido lo hizo cargar durante horas la piedra sagrada de los ogros Matazombies a la Cuchipanda Ogra, por lo que ya llegó medio volcado a la fiesta descontrolada que siguió. Comida y bebida al por mayor durante dos días, y luego volver a la tribu cargando nuevamente la piedra. Tanto la odió a la piedra Ren que se subió a su nuevo barco Saixi-Liyá II y la dejó abandonada en la Isla de la Muerte, la isla cercana a la costa. Así totalmente arruinado se fue a dormir. Seis goblins murieron tratando de despertarlo, tuvo que ir uno de los ogros toro de confianza de Ren para que finalmente le hiciese caso, si bien el ogro perdió un ojo, dos dedos y todavía no puede sentarse por tener clavada en su trasero una costilla de rinobuey que Ren suele usar de almohada.
La noticia no podía ser peor. Los flingardianos se habían enterado de que Ren había mandado fabricar otro barco ogro a los goblins, y venían a hundirlo sólo por deporte. Pero eso no era lo terrible, sino que estaban fondeados cerca de la Isla de la Muerte. Si se llegaban a enterar que esa piedra inmensa con inscripciones raras era importante para los Matazombies, sin duda se la robarían. No hace falta decir que cuando Kiang Matatanques se enterase, el padre no reconocido de Ren, y jefe de la tribu, Ren, sus tripas y su sangre serían usados para decorar una nueva piedra de cuchipanda.
Así partió Ren con dos ogros de confianza, dos cañones y todos los goblins y piratas zombies que pudo encontrar. La lucha fue encarnizada, y terminó en la misma isla, a la cual los flingardianos llegaron nadando tras el hundimiento de su S.S. Cigana.
El Saixi-Liyá II armado hasta los dientes
Los ogros matazombies del Saixi-Liyá II miden la distancia del S.S. Cigana de Flingar
La isla nos separa
A defender a la piedra ogra!
Los cañones ogros estuvieron certeros, lograron bajar la torreta y dejaron sin cañones a Flingar
Aquí el casco del barco flingardiano ya estaba tan dañado que los tripulantes entraron en pánico y se arrojaron al agua. Pero llegaron a la isla cercana, como veremos
Los ogros comienzan el desembarco mientras los flingardianos se preparan para recibirlos con una lluvia de plomo
A por las escalerillas, gritó Franz Mataorcos, capitán de los flingardianos tras la muerte del capitan del barco, comido por un tiburón
El ogro pirata y el ogro ninja saltan a barrer a los pequeñajos
Pero el Ninja no hizo absolutamente nada, y cayó ante la filosa espada de Franz Mataorcos
Aquí ya desembarcó Ren Culoasesino, al fondo, y se acabó la joda, también desembarcaron decenas de goblins que eran fácilmente barridos por los flingardianos
Pero Ren estaba muy emcabronado, quería su piedra
Y así terminó con el último valiente flingardiano
lunes, 29 de noviembre de 2010
Bocaditos extranjeros: Ogros vs Imperio
Luego de la Guerra de la Guardia Argeva, tras tantas batallas, Kiang Matatanques sufría de abstinencia. No de la guerra, el combate, y la adrenalina que este genera. Sino que ahora no se podía conformar con comer goblins y rinobueyes otra vez, no después de haber probado los "bocados extranjeros".
Así fue que Kiang organizó una expedición a su vecino imperial favorito: Dubnia. El viaje duró muchos días, y la ansiedad de Kiang era tal, que de los cuatro regimientos de goblins que llevó, apenas llegaron dos. Incluso Ren Culoasesino, su hijo no reconocido y un afamado degustador de goblins, trató de detener a Kiang, pero no lo lograron. Lo peor era la imagen de verlo a Kiang tan desesperado, agarraba un goblin cualquiera, le arrancaba la cabeza de un mordisco, y revoleaba el resto del cuerpo lejos, sólo le gustaban los sesos de las pobres criaturas verdes.
Así fue que los goblins le jugaron varias malas pasadas a Kian durante la batalla, en venganza por los 50 goblins que fueron deborados en el viaje.
Aquí unas imágenes tomadas por este humilde escriba:
Los ogros tomaron la iniciativa y movieron primero. Notese cómo la unidad principal ogra, con Kiang dentro, quedó resagada porque los goblins que estaban delante se negaron a marchar. En el otro flanco, se sintieron amenazados por los gigantes que venía detrás, así que avanzaron y mataron a tres herreruelos.
Milagrosamente los gigantes sobrevivieron a los cañones, que no pudieron acertar un sólo disparo. Así los vemos cargando contra una unidad de espadachines, tras haberse comido a unos arcabuceros. Gargantúa espera su oportunidad para unirse al festín en el próximo turno
Aquí ya vemos el combate avanzado, los ogros toro corriendo tras haber matado a unos arcabuceros, pero sin haber podido con los espadachines y flagelantes. A los goblins los vemos todavía inmóviles en el tercer turno, sí, no se quisieron mover durante tres turnos. Kiang los rodeo, y se prepara para unirse al festín de los gigantes. Por el flanco derecho el cazador tomó una decisión insensata y cargó contra los flagelantes. Venía enfervorizado por haber matado y devorado a un mortero y su dotación, y a un cañón y su dotación. Este escriba no pudo ver bien, pero parecía como que los tigres diente de sable devoraban a los humanos, mientras que el cazador comía el metal imperial.
Los flagelantes no tuvieron problema en sacrificar a tres de sus compañeros para conseguir mejoras, en resumen, hicieron pomada al cazador y a los tigres.
Kiang no aguantó más y cargó contra el altar, comandado por el infame Volkmar, a quien terminó matando en combate singular, pero el carro resistió lo suficiente como para que la infantería que tenía al lado tomase el flanco de los tripasduras. Un combate que duró hasta el turno 6, y así quedaron ambas unidades trabadas.
Aquí ya vemos que los gigantes y las gargantúas se ocuparon del flanco izquierdo del imperio, si bien Jetilainen, el gigante de los cielos murió aplastando gran parte de una unidad de espadachines, que terminó de morir a manos del G-Meva, que aquí ya vemos cargando al carro que se negaba a morir. Vemos a la derecha a los flagelantes, totalmente ciegos de furia tras haber destrozado a golpes al cazador y a sus gatos.
Y aquí vemos el final del combate, con Perod resistiendo hasta el fin, y extrañamente los tripasduras están completos, y Ren y Kiang están vivos. Una interesante victoria para los ogros, muy buena batalla:
lunes, 15 de noviembre de 2010
Ogros vs Caos: La venganza del Rey Troll
El Rey Troll, estaba totalmente envenenado de lo mal que le había ido en su batalla contra Bretoña, como siempre pasa en estos casos, se buscó un chivo expiatorio, y qué mejor elección que los ogros que habían sido los últimos en unirse a la alianza de monstruos, esos ogros eran los Matazombies de Kiang Matatanques.
No le cayó nada bien al ogro que le echasen la culpa de la derrota, y menos todavía que el Rey Troll fuese a elegir como nuevo aliado al archienemigo de Kiang, el infame Corazón de Hielo.
Así fue que Kiang y Ren alistaron a todos los ogros Matazombies, el ejército más grande que habían reunido. Nada menos que tres gigantes, 16 ogros guerreros, 4 sueltafuegos, 40 goblins y la vuelta del enigmático Cazador Oculto.
La batalla estuvo nivelada durante horas, pero finalmente a los ogros los terminó venciendo el cansancio, y empezaron a errar golpes, como siempre sucede cuando luchan contra Corazón de Hielo.
Kiang y su hijo no reconocido Ren Culoasesino quedaron malheridos como siempre, maldiciendo las artes mágicas de Corazón de Hielo que siempre les traían tanta mala suerte en los dados, eh, digo en los golpes.
Aquí unas imágenes que este escriba pudo captar:
El despliegue batalla a 3000 puntos
Los ogros avanzaron para evitar la magia destructiva, pero todavía no consiguen lidiar con los goblins, que siempre están en el medio. El maldito Wulfrig salió en el primer turno!
Los 6 goblins que fueron recordados durante 6 minutos por Ren al resistir una carga demoledora de ogros del caos, y quedarse con doble 1!
Se va perfilando el combate en el que se meterían casi todas las unidades del tablero:
Combate singular en el que Ren Culoasesino masacró a Wulfrig el Errante, se comenta que el bárbaro todavía escupía sangre por su boca cuando vio caer el trasero de Ren sobre su cabeza, la cual quedó totalmente aplastada, en el método de ejecución favorito de Ren:
Últimos combates suicidas, Kiang arriba ya malherido cargó al Rey Troll, lo mató pero quedó él también fuera de combate. Por la derecha está el Cazador Oculto y el G-Meva, mas los tigres dientes de sable, pero en frente tenían a la unidad de guerreros del caos con muchos héroes que estaba casi completa por no haber tenido muchos combates:
domingo, 31 de octubre de 2010
El gigante de los cielos Jatilainen
Durante la batalla contra las huestes de Malcom el negro, uno de los gigantes del ejército de Kiang Matatanques se desempeñó de una forma casi humillante. Ren Culoasesino, hijo no reconocido de Kian, recordó que a ese gigante lo había capturado de las huestes de un general renegado del caos, un tal Peluche, que al parecer abandonó al Caos. Entonces unió las dos neuronas que le quedan, y pensó: gigante caótico, gigante de traidor caótico, gigante traicionó a Ren contra caóticos.
Así sin más, para poder ganar algo de favor frente a su padre, fue a la cueva donde guardan a los gigantes y le cortó la cabeza antes de que el pobre monstruo pudiese llevarse una pierna de goblin a la boca.
Kiang, lejos de festejar el descubrimiento del traidor, golpeó tanto a su hijo no reconocido dejarlo inconsciente. Kiang tenía dos grandes vicios conocidos por todos: matar zombies estrellándoles la cabeza contra su hombro, y destruir y devorar tanques de vapor. Pero acababan de conocer uno nuevo, y ese era el de tener gigantes a su lado en la batalla.
Kiang no recordó los sacrificios de su hijo no reconocido para conseguirle el G-Meva, el gigante mecánico a vapor, ni tampoco que el otro gigante lo había capturado Ren, pasando tres días sin comer a lomos del gigante hasta que lo domó. Así y todo, en cuanto Ren estuvo consiente lo envió a las montañas descomunales que se ubican al este de las Montañas de los Lamentos, los Antiguos Palacios de los Gigantes del Cielo.
Entre los ogros se contaba con orgullo la historia de cuando tras la Gran Hambruna, y la Gran Migración, los ogros llegaron ante los Gigantes de los Cielos, la raza de gigantes de la cual descienden todos los actuales. Pero aquella era una raza inteligente, que tenían tecnología, y construían castillos increíbles a alturas en las que un hombre no podría respirar. Pero en aquellos tiempos los ogros estaban tan famélicos y desesperados que devoraron por completo a esa antigua y esplendorosa raza.
Pero se cuenta en las cuchipandas ogras que algunos descendientes directos todavía viven allí arriba, y que son más despiertos que los estúpidos gigantes que van y vienen desperdigados por el mundo.
Así partió Ren, tan sólo acompañado por tres yetis, que le servirían de guías, y obviamente de quien escribe. El viaje fue largo y penoso. Este humilde escriba estaba en tan mal estado que Ren me abandonó en una ruina que parecía un puesto de avanzada de los gigantes. Por suerte me dejaron una inmensa pata de mamut para alimentarme durante los seis días que tardaron en regresar.
Sólo volvió Ren, envuelto en pieles de yeti, pero con un descomunal gigante a su lado. No estaba esclavizado, acompañaba al otro por decisión propia.
Algo ocultaba Ren, ya que no quiso relatar su hazaña. Este escriba bien sabe lo que le gusta a Ren Culoasesino que relaten sus aventuras una y otra vez.
Durante el largo regreso al campamento de los Matazombies, pude entablar conversación con el gigante, cuyo nombre resultó ser Jatilainen. Había hecho un pacto de silencio con Ren para no hablar de lo que ambos llamaban "el secreto de la montaña".
Pero tras emborracharlos a ambos, Ren cayó dormido, y el gigante no paraba de hablar de las hazañas de sus antepasados. En el momento justo le pregunté sobre lo sucedido allá arriba. Y me contó algo que quiero borrar de mi memoria ya que es lo más horroroso que oí:
“Gigantes del cielo somo solos, gracia que tenemo a lo mamut para satisfacer nuestras necesidades más básica, o sea comida y… calor”.
No voy a citar textualmente lo que me contó, pero baste decir que Ren tuvo que entregar mucho a cambio de conseguirle el mejor gigante del mundo a su padre. Aquí les dejo algunas pinturas que hice de Jutilainen: