martes, 14 de septiembre de 2010

G-MeVa – Gigante Mecánico a Vapor

Ren Culoasesino era el segundo ogro más fuerte de la tribu de los Matazombies, luego de su padre no reconocido, Kiang Matatanques, pero el peso del menhir de la tribu, del tamaño de un gigante y el peso de cuatro, lo estaba cansando. Ya faltaba poco para llegar a la ladera del volcán Bocaenllamas. Allí se celebraba la Cuchipanda Padre, la reunión anual de todas las tribus y reinos de los ogros.

Kiang iba unos diez metros adelante escuchando y riendo de las bromas que gastaban los Comehumanos a los goblins que llevaban los bártulos de la tribu. Junto a Ren iban los tripasduras, llevando las cadenas de los dos gigantes que tenía la tribu.

La Cuchipanda Padre se celebró como siempre, con festines de comida, luchas en el pozo, ogros devorados por otros ogros, soluciones a problemas limítrofes, etc. Pero Kiang volvió de allí con una idea fija en la cabeza. Quería una criatura mecánica como la que los enanos del caos le habían hecho a Ghark Pielferrea.

Ghark era el único líder ogro que tenía un rinobuey mecánico a vapor, y a Kiang le pareció que eso era tener categoría. Me pidió a mí, y al más inteligente de sus goblins, Sangrón, que pensáramos qué tipo de criatura podíamos encargar a los enanos del caos que fuese diferente y mejor que el rinobuey mecánico.

Fue así que, escuchando por septuagésima vez las historias de cómo Ren había capturado a los dos gigantes, se me ocurrió que los Matazombies deberían tener un Gigante Mecánico a Vapor al que apodé enseguida G-MeVa.

Kiang quedó extasiado con la idea, pero ahora quedaba el pequeño detalle de por qué los enanos harían semejante trabajo para los Matazombies. No eran una tribu de comerciantes, ni tampoco hacían nada como para ganar algo de oro con el cual pagar.

Así fue que justo los Matazombies lograron una victoria sobre el Conde Vampiro Manfred y su generala Erendis. Tras el saqueo que siguió a la batalla, pudieron conseguir mucho oro. Pero no sabían si sería suficiente, así que también capturaron unos doscientos campesinos para entregarlos como esclavos.

Ren patio con los regalos, partes de los tanques a vapor capturados, pedazos de metal acumulado, y con uno de los gigantes. Volvió a la semana con las manos vacías. Temimos lo peor, per venía mostrando los pocos dientes que le quedaban en lo que se suponía era una sonrisa.

--En luna llena nos dan un gigante mecánico a vapor –dijo Ren.

Y efectivamente, al mes aparecieron los enanos del caos llevando esto que podrán ver a continuación en mis pinturas. Era un gigante más estúpido de lo normal, pero que no necesitaba ser alimentado, sólo había que ponerle un poco de carbón en la caldera antes de una batalla, y con eso alcanzaba. El resto del tiempo se lo dejaba sin carbón y no molestaba para nada, ni quería escaparse.






miércoles, 1 de septiembre de 2010

Encrucijada de Batallas: Ogros vs Caos

Batalla jugada en La Guardia Argeva

Kiang se levantó contento, con una sonrisa en los labios que dejaban ver sus tres dientes de oro y los otros medio podridos. Tan llamativa era la sonrisa, que uno de los ogros toro osó decirle que tenía un trozo de arcabuz dubnio entre los dientes, y terminó con tres dedos menos, que sirvieron de palillos de dientes. Pero eso no le quitó la sonrisa a Kiang Matatanques. Ese día iba a matar zombies por primera vez en meses.

Partió con su ejército después del excelente almuerzo que preparó el nuevo matarife, ayudado por el goblin cocinero que habían capturado en Dubnia. Era todo festejo porque la tribu de los Matazombies iban al campo de batalla a matar zombies. Incluso hasta se permitió que los goblins entonasen canciones de cumbia orca, a pesar de que los ogros detestan la música.

La vampiresa Erendis la sangradora había lanzado un desafío, y allí acudían los ogros a ponerla en su sitio.

Grande fue la sorpresa cuando a mitad de camino se encontraron con el enemigo más odiado de Kiang Matatanques: el traicionero caótico Corazón de Hielo.

Al parecer el caótico también iba a otro sitio, pero cuando se vieron de lejos las dos huestes no pudieron reprimir su odio mutuo. Los ogros cargaron como apurados, pensando todo el tiempo en que los zombies se iban a ir si tardaban mucho.

No se sabe si fue por estar pensando en los zombies, o por alguna extraña estratagema del infame Corazón de Hielo, pero luego de una carga que prometía destrozar la horda de guerreros del caos, los ogros erraron todos los golpes, decenas de ataques, y no pegaban ni uno solo.

El Tirasobras enloqueció y se llevó por delante al gigante mecánico a vapor, dejándolo medio destartalado. Así y todo pudo hacer algunas bajas entre los bárbaros, pero ya perdía vapor por muchas rendijas, y no les costó ultimarlo a los exhibicionistas bárbaros.

El otro gigante sirvió a duras penas para detener una carga de la caballería, que igualmente terminó arrasando con la unidad de Kiang.

Al final sólo quedaban algunos ogros toro corriendo y los goblins, que se pasaron la batalla tirando rocas y trozos de metal al cañón infernal, sin hacerle daño.

Kiang volvió cabizbajo a su campamento, sin prestar atención a los numerosos arroyos de sangre que corrían por su cuerpo. Su hijo no reconocido, Ren Culoasesino, se le acercó, él mismo bastante mal herido, y le dijo:

--No se me ponga mal, que la que viene le damo pa que tengan a los zombies de Erendis, que prometieron volver.

La sonrisa volvió al rostro ensangrentado de Kiang, y ahora se vio entre los dientes un trozo de armadura del héroe caótico que había abatido en duelo singular.

Ahora, los dejo con las pinturas que ha tomado este servidor:

Aquí el despliegue de los grandes bloques

Turno dos de los ogros ya, se lo ve al gigante mecánico a vapor ya habiendo recibido cuatro heridas por cometer el error de ponerse frente al Tirasobras que se volvió loco y lo cargó

Ya el combate, en el que el gigante de la derecha no resistiría la carga de los caballeros del caos, y el otro, mal herido, tampoco aguantaría la de los bárbaros.

Acá ya habían pasado los ochenta mil ataques ogros que no hicieron una sola herida Y se ve el último aguante de Ren, quien cayó bajo otra carga de la caballería

Ya puestos en fuga los ogros toro, al fondo los goblins, siempre resistiendo (o no haciendo nada )