domingo, 27 de junio de 2010

Comida enana en Fenicia

Luego de tres días encerrado en su cueva jugando con los tangues de vapor, Kiang Matatanques decidió salir, ya muerto de hambre. Por allí pasaban dos goblins que estaban arreglando unos cañones imperiales, y se los comió a los dos. Mientras eructaba atronando todo el valle llegó junto a él uno de los goblins corredores que se salvó de ser comido porque dijo la palabra “invasión enana”.

Kiang mandó a llamar a su segundo, Ren Culoasesino, quien estaba participando en un torneo de lanzamiento de goblin.

--Tenemos a los enanos del infame Pelu-Che invadiendo Fenicia –Dijo Kiang, quitándose un hueso de goblin de entre los dientes—. Corre con tus Tripas a ver cuanto son.

Media hora después la noticia de que eran muchos y que traían un “coso” volador, alentó a Kiang. Quería violencia, y tenía hambre. Si bien los enanos tenían la carne dura y llena de nervios, servirían con sus abundantes armaduras para calmar su gastritis.

La batalla empezó mal para los ogros cuando los golins se proclamaron en huelga en pleno avance del enemigo. “Queremos dejar de ser comidos por capricho”, decían. Le llevó mucho tiempo a Ren lograr que entrasen en razón, pero lo logró, si bien demasiado tarde.

Su padre ya se había cortado solo por detrás de un bosque con los jinetes de Rinobueyes y los Sueltafuegos y lo había dejado a él solo. Los Toros se habían ido por su cuenta corriendo de forma descontrolada, quedando a merced del fuego enano.

El único que había hecho algo como la gente fue el Cazador, que escondido en un bosque con sus tigres dientes de sable, logró un disparo certero de Lanzaarpones que traspasó cuatro filas de Guerreros enanos.

Este escriba logró encaramarse a una colina para poder presenciar lo que quedaba de la batalla. Durante un buen rato fue una masacre de cañonazos, virotazos, flechas y arcabuces.

Pero por el flanco de Kiang los sueltafuegos lograron sorprender al Girocoptero enano y lo bajaron a tiros. Luego cargaron a uno de los lanzavirotes con éxito, mientras Kiang y los Rinobueyes cargaban a la super unidad de Barbaslargas del mismísimo Pelu-Che.

Fuen un cruento combate, en el que incluso lucharon mano a mano Kiang y Pelu-Che sin lograr ninguno de los dos abatir al otro. Pero al final de la batalla, cuando Kiang ya había destrozado a la superunidad de Pelu-Che, un virotazo por la espalda lo hizo recular, perdiendo así los ogros a un gran valor.

Todo quedó a manos de Ren y el Cazador, únicos que permanecieron en pie al fanal del día. Otro territorio perdido. Esta vez, Kiang se quedaría un mes jugando con sus tanques en la cueva de las Islas Dragón.

Aquí unas acuarelas pintadas para ilustrar tamaña batalla:

El despliegue, ocupando toda la mesa:

La carga suicida de los Toros:

Sólo dos de seis llegaron:

El girocoptero abatido por los sueltafuegos, noten el humo que sal de la caldera enana. El paracaídas no funcionó:

image

Los enanos esperan la carga demoledora del frente de Kiang, que con carga fallida y medio pelados por los lanzavirotes llegaría medio mocha:

Aquí abajo El Cazador, bajando enanos a arponazos:

El combate de igual a igual de Kiang y Pelu-Che:

El final de la batalla, sólo Ren, sus Tripasduras y el Cazador quedaban allí abajo, persiguiendo enanos:

miércoles, 23 de junio de 2010

Ogro Ninja Devorasesos

Una de las recientes adiciones a la guardia personal de Kiang Matatanques, es el Comehumanos Ninja Devorasesos.

Este ogro, cuando era pequeño fue abandonado por su padre ya que tenía los ojos demasiado rasgados, y era muy delgado. Pero el bebé ogro tuvo la suerte de ser descubierto por una caravana que iba para el reino de Catay. Allí fue adoptado por unos monjes que lo iniciaron desde pequeño en las artes marciales. El ogro llegó a la edad adulta sin conocer nada de su propia cultura ogra, y tampoco había adquirido la costumbre ogra de comer a cualquier ser vivo que se le cruzase, es más, era vegetariano como los monjes que lo criaron.

Pero un día pasó por su pueblo un grupo de tres ogros Comehumanos que volvían de guerrear en el norte. Al ver al joven ogro pasaron más de una semana conversando con él, y tantas historias le contaron, que el joven ogro partió con ellos.

Llegaron a unas islas al este de Catay que se llaman Nippon. Allí los Comehumanos fueron traicionados y murieron todos menos el joven ogro. Este logró escapar pero con cuatro flechas en el pecho, las piernas con el hueso expuesto de tantos tajos de espadas, más una lanza clavada en su costado, y seis balazos en la espalda.

Casi muerto fue encontrado por una secta nippona, los llamados ninjas. Allí lo entrenaron en más artes marciales, y en especial en el arte de matar con precisión, sin destrozar como suelen hacer todos los ogros.

La secta ofrecía los servicios de sus adeptos al general que los pudiese pagar, así fue que el ogro Ninja fue adquiriendo el gusto por rebanar el hueso del cráneo de los humanos con tal arte, que hacía volar por el aire la parte superior de la calavera, dejando el cerebro expuesto.

Y cerebro era lo único que el ogro Ninja comía aparte de arroz. De tantos sesos saca una fuerza calórica increíble que le permite luchar durante horas y horas sin cansarse. Con los años partió a recorrer el mundo hasta que se encontró con Ren Culoasesino y este lo reclutó para que sirviese en la guardia personal de su padre.

Allí es conocido por todos los Matazombies como el ogro Ninja Devorasesos.

Super Batalla del Día de la Bandera

(Batalla jugada en La Guardia Argeva – Warhammer)

Kiang Matatanques estaba furioso por haber perdido el territorio de Corinia bajo la lluvia de fuego de los infernales de Hans, así que se encerró en una de sus cuevas a jugar con los pedazos de tanques de vapor, ahora su principal pasatiempo.

Ren Culoasesino, hijo no reconocido de Kiang, y su segundo, era un ogro de acción, por lo que no se quiso quedar aburrido. Recordó aquella batalla por el oasis en el desierto al sur de Dubnia. Se había divertido mucho con los imperiales, y al final, hasta no se había comido a algunos con los que conversó y trabó amistad. Los ogros son propensos a entablar vínculos con otras razas una vez tienen saciado su hambre.

Por Ren eso decidió acudir en su ayuda cuando llegó el aviso de una invasión inminente a Dubnia.

Reunió a sus tripasduras, a algunos de los Comehumanos de su padre, los goblins y algunos toros. Allí encontraron que serían el sexto ejército de esa batalla descomunal que cayó justo en los festejos del Día de la Bandera Dubnia.

De un lado estaban el enano Peluca Ojocertero, otro enano ya conocido por Ren: Pelu-Che el Infame, y el caótico Stuka. Del otro lado estaba el Archilector Dubnio, el general elfo silvano Piero y Ren Culoasesino con sus ogros.

La batalla fue gloriosa para Ren y sus ogros, y si bien no lograron la victoria, alcanzó para rechazar la invasión a Dubnia.

Los goblins se portaron bien y fueron carne de cañón enviados a recibir una doble carga de los Ogros Dragón y la Caballería del Caos. Detrás de los goblins venía el mismísimo Ren Culoasesino con los Comehumanos, apoyado por una unidad de Tripasduras. Quiso la suerte que los goblins no resistieran tan demoledora carga y así el enemigo pasó de largo y chocó contra Ren. Pero los Tripas lograron contracargar a los Ogros Dragón por la retaguardia.

Fue apoteótico ver a los tripas no poder frenar en la arremetida y llevarse pedazos de dragón y ogro por delante. Ya frenados, empezaron a repartir golpes mientras comían trozos escamosos al mismo tiempo. No dejaron ni a uno de los ogros dragón en pié.

Al lado luchaba Ren y los Comehumanos contra la caballería. Fue duro, ya que ante la carga enemiga murieron dos de los comehumanos, pero quedó vivo el nuevo integrante de la guardia de Kiang: el Ninja Devoracesos.

Era un placer verlo achurando caballos y jinetes, con una precisión de cirujano, para dejar expuesto el cerebro, para devorarlo entero de un mordisco. No alcanzó igualmente para destrozar a la caballería, que huyó aterrorizada. Ren y los Comehumanos, ante el ímpetu de la persecución quedaron atrapados en un bosque, del que no saldrían hasta el final de la batalla.

Por su lado los Tripasduras quedaron sin su líder, por lo que aceptaron órdenes del general Dubnio, que los obligó a retroceder ante una carga enana. Algo que los hizo sentir sucios, pero por suerte pudieron reagrupar y contracargar a los enanos, a los que se llevaron puestos por completo. Tan llenos quedaron los Tripas de comer carne dura enana y armaduras, que se quedaron quietos como patos y los enanos los barrieron a tiros, gracias a la calidad de Peluca Ojocertero.

Cuando Ren finalmente salió del bosque vio que sus aliados habían sido barridos, y que sólo quedaban algunos enanos en el campo de batalla, y lo que más le sorprendió fue ver a sus ogros toro gritando de lo alto de una torre.

Basta decir que esa fortaleza estaba abarrotada de máquinas de guerra enanas, al inicio de la batalla. Los elfos silvanos lograron acabar con una, pero un girocoptero enano los barrió a ellos. Lo de los ogros toro es más extraño aún.

Después de avanzar de a pocos centímetros para tentar una carga del juggernaut del general Stuka, no lograron más que atraer a unos bárbaros del caos, mientras que el juggernaut se iba a intentar suerte con los elfos.

Mientras decidían ir a por los bárbaros, una llamarada los incineró por la espalda, ellos ni se dieron cuenta, pero este escriba vio la explosión de vapor que les disparó el girocoptero enano. Sin embargo de nada sirvió, y los Toro cargaron e hicieron huir a los bárbaros. Los volvieron a cargar y esta vez los destruyeron.

Lo gracioso fue ver que mientras devoraban las partes sueltas de bárbaros que había por allí , notaron que estaban junto a una fortaleza, y que en lo alto de la torre había un lanzavirotes enano. No se lo pensaron, entraron y lo destruyeron. Fue la gloria de los ogros toro, su logro más grande en los anales de los Matazombies.

Con alegría pude presenciar el acto que se llevó a cabo de vuelta en la tribu, en que a esos tres valerosos toros se los ascendió a tripasduras.

Ahora los dejo con algunas pinturas que mandé hacer con unos artistas Dubnios amigos míos (todas las fotos aquí):

El despliegue de los dos bandos. Los dos ejércitos de enanos más los caóticos arriba, y abajo Imperio, Silvanos y Ogros.

El avance ce los goblins en el centro, se ve delante de ellos a los ogros dragón y la caballería caótica:

Inicio del combate de los valerosos toros, allá a lo lejos los bárbaros y el juggernaut del general Stuka:

La carga élfica a las máquinas de guerra enanas, perseguidos por el girocóptero enano:

Extremo combate entre Tripasduras y Ogros Dragón, y Comehuanos y Cabarreros del Caos, arriba se ve a los arbóreos esperando a los enanos:

La carga de las águilas y el general elfo arriba:

Los dubnios se preparan para los enanos de Peluca Ojocertero, que en la segunda foto marca donde pondrá el catapultazo:

Los ogros toro persiguen a los supervivientes de los bárbaros del caos:

Mala imagen de la destrucción de la creme de la creme enana del general Pelu-Che a manos de los tripasduras, que luego serían destrozados amargamente bajo el fuego de cañones, tapaultas y lanzavirotes enanos:

La carga de los toros a la torre y la gloria final:

Desde allí arriba sólo se veía la desolación del campo de la cruenta batalla:

martes, 22 de junio de 2010

Lluvia de fuego en Corinia

Luego de haber derramado sangre en demasía en el desierto de Dubnia, Kiang decidió volver al Archipiélago Del Fin del Mundo para seguir buscando esa famosa x del mapa. Pero se encontró con que otros imperiales trataban de colarse en su territorio, en las desoladas praderas de Corinia.

Kiang Matazombies no dejó descansar a sus ogros, que corrieron alegremente a la guerra con la promesa de poder devorar algunos pequeñajos. Esta vez acompañados de los nuevos jinetes de rinobueyes que se habían unido a su tribu ante la promesa de tesoros.

Fue de lo más extraño, los Matazombies nunca se habían enfrentado a tanta magia y tanto disparo. Casi la mitad del ejército sucumbió al fuego enemigo antes de poder entrar en combate. Primero el Cazador soportó cañonazo tras cañonazo, cabeceando, parando con el pie, o simplemente esquivando las duras balas de cañón. Permitiendo así que sus compañeros avanzasen ante la lluvia de bolas de fuego y demás hechizos, hasta que terminó muriendo.

Pero permitió que Kiang cargase al tanque de vapor y lo destrozase él sólo, sin ayuda de sus Comehumanos, que quedaron totalmente desmoralizados al no poder volver a pegar ni devorar nada en toda la batalla, ya que los imperiales permanecieron lejos de ellos toda la tarde.

También ellos terminaron muriendo bajo el terrible fuego de los imperiales de Hans, si bien Kiang soportó un par de cañonazos en la cabeza, como si se tratase del famoso ogro Heinze.

Los jinetes, por su parte, se llevaron por delante a la caballería imperial, manducando caballos, armaduras y jinetes. Tan satisfechos quedaron, que luego no llegaron a cargar nada más, y serían acribillados por el fuego imperial y liquidados por la carga de otra caballería vengadora.

La tarde no pudo ser más turbia para Ren Culoasesino, hijo no reconocido de Kian. No sólo tuvo que ver cómo todas las unidades que cargaba huían despavoridas, sino que las que intentaban acercarse a él con ánima de lucha, también morían de miedo y quedaban congeladas.

Pero el famoso Helblaster y los magos no tuvieron problema en destrozar su unidad de tripasduras. Él mismo mordería el suelo ante el fuego de los arcabuces luego de hacer huir a la dotación del Hellblaster.

Dura tarde para los Matazombies, pero han aprendido valiosas lecciones que aplicarán en futuras batallas. Ahora las pinturas realistas que tomó este humilde escriba que observó la batalla desde una torre vecina.

Ogros toro que tentaron a los imperiales y los dejaron luego listos para Kiang y los comehumanos:



La carga mortal de los jinetes de rinobueyes (los jinetes habían ido al baño, justo Lengua)



El carro papal con el general Hans, esquiva a Kiang y sus comehumanos:



Ren Culoasesino resiste solo el fuego enemigo



El final de Kiang, sangucheado y el rinobuey que quedaba vivo, y sería arrazado

Incursión a Dubnia

Finalmente este humilde escriba pudo encontrar los papeles donde había escrito el relato de la cruenta batalla por el oasis al sur de Dubnia. (detalles de para qué usaron las hojas dos ogros toro omitidos).

Kiang Matazombies estaba en buena relación con su hijo no reconocido Ren Culoasesino, incluso algunos goblins le escucharon decir que sentía algo de orgullo por él. Así que partieron juntos a explorar. Dio la casualidad que fueran a parar al único oasis del mortal desierto ubicado al sur de Dubnia justo en la misma tarde que una inconmensurable horda imperial.
Eso no fue un problema, ya que los ogros estaban hambrientos y sedientos. La sangre sacia la sed, y el metal y la carne imperial el hambre.

Ya de entrada Kiang y Ren discutieron, por lo que cada uno atacó a la horda imperial por uno de los lados del Oasis, dividiendo al ejército ogro. Pero si parecía fácil destrozar a esos pequeñajos, puede llegar a resultar agotador, incluso para un ogro, cuando los pequeñajos son miles y miles.
Kiang se cansó de matar infanterías, arqueros y arcabuceros, mientras su gigante recibía cientos de disparos y cañonazos, y se las ingeniaba para cargar a la caballería con el Archilector de Dubnia. Pero el pobre llegó casi muerto, y allí mismo terminó de morir, si bien con tanta mala suerte que cayó hacia atrás, sin aplastar a nadie.

Kiang, envenenado ante la muerte de su gigante decidió no cargar al cañón que tenía al lado, para ir tras la caballería. Tuvo que escapar a los trucos mágicos del Archilector, pero así y sus comehumanos lograron acabar con la caballería y el general dubnio.

Pero quedaron cansados, desmoralizados y heridos, al grado de que no pudieron soportar la doble carga de dos masivas unidades imperiales, y fueron arrasados por ellos.

En el otro frente, Ren se cansó de correr de un lado a otro, sin poder entablar un verdadero combate, sólo haciendo correr a algunos arqueros, y así quedó al ocaso del sol. Sediento, hambriento, pero vivo sobre el campo de batalla.

La batalla fue durísima, con mucha pérdida de vidas de ambos lados, por lo que Kian, herido física y moralmente decidió volver a su casa temporal de las islas dragón.

Los Toro no se amedrentan ante la lluvia de balas imperiales:


El extraño frente en el este del oasis, donde luego de combates y cargas quedamos cada uno para un lado diferente:


La valerosa carga del Gigante, notese que ya tenía 5 heridas, había soportado fuego de cañones, fusiles y arcos. Arriba Kiang luchando contra un bloque de infantería que sería aniquilado:


Kiang y sus Comehumanos a punto de ser sangucheado, pero logró enfrentar por separado a la caballería y los mató a todos Archilector incluido, pero luego sucumbiría ante el embate de los bloques de infantería:


El final del día, con Ren a la derecha del oasis, y una unidad de Toros a la izquierda, únicos sobrevivientes de los Matazombies


Más fotos aquí:
http://picasaweb.google.com/mcagliani/MinisWarhammer#5482102348129295458

La masacre de Draconia

En la frontera de las tierras de Draconia, de los nuevos territorios conquistados por Kiang Matazombies, ocurrió algo de lo más curioso. Ren Culoasesino, hijo no reconocido de Kiang, divisó un gigante a lo lejos mientras aplastaba la cabeza de dos mensajeros imperiales a la vez.

Conocía las historias que contaban cómo su abuelo había dominado a un gigante y lo había vuelto en esclavo, y de cómo le había dado la victoria en muchas batallas. Ren pensó que sería la única forma de impresionar a su padre luego de tantas derrotas en el campo de batalla.

Así fue que durante tres días y sus noches, Ren persiguió y acorraló al gigante, agotándolo y doblegándolo. Lo golpeó tanto que el gigante ya ni sabía donde estaba.

Pero Ren distaba mucho de estar cansado, a pesar de no haber dormido ni comido durante tres jornadas. Sus Tripasduras lo habían abandonado luego de que les había hecho saltear el almuerzo el primer día.

Todos se sorprendieron al ver llegar a Ren con un gigante encadenado, su padre el que más. Si se sintió orgulloso, no lo demostró ese día. Pero sí al siguiente, cuando llamó a todos sus ogros a batalla para estrenar el nuevo gigante de Ren.

¿Adonde? Hacia el norte, a luchar con esos caóticos de Corazon de Hielo. Dicen que tienen ogros entre ellos, "serán los primeros a los que comeremos", gritaron los ogros toro.

Pero los caóticos se presentaron a batalla muy bien armados, y con tacticas que dominaron fácilmente a los ogros. Los dirigieron hacia donde quisieron, y los dejaron a merced de sus cargas, casi sin dejarlos pegar un golpe.

Ni Kiang ni Ren se habían enfrentado a tanta magia todavía, y recibir heridas sin escuchar un disparo o ver la flecha o espada clavada en su piel, fue de lo más desconcertante. Para el momento que pudo levantar un garrote, Kiang ya tenía todo su cuerpo herido de disparos mágicos. Ren y sus tripas duras no pudieron resistir la doble carga del carro y los guerreros del caos, y Kiang y sus Comehumanos recibió los restos de esa carga.

Por el otro flanco el Cazador luchó hasta la muerte con el general del caos, pero... quien salvó el honor de los Matazombies esa tarde fue el gigante que barrió a los ogros del caos, y quedó como único "hombre" en pie hasta que fue ultimado por los magos con sus certeros hechizos.

Uno de los ogros del caos logró contar una anécdota antes de morir sobre la previa de la batalla:


--Hacia donde vamos general? --pregunto el campeón ogro a Corazón de hielo.

--A corromper a los ogros del sur para engrosar nuestras filas. --contestó Corazon de hielo.

--No sera nada facil se dice que tienen a un gigante entre sus filas y son una tribu muy dura. --dijo el Ogro tratando de descifrar lo que su general planeaba.

--Mientras mas fuertes y mas agresivos mejor ya que luego me servirán, a mi y a Khorne, al igual que tu y tus hermanos. Por eso los he designado para entretener a ese gigante.

--Y luego general? --dejando correr una gota fría por su frente e imaginando su cruel destino.

--Hacia el sur y todo a su paso sera destruido o corrompido. --Contestó mirando hacia el horizonte justo cuando unas montañas cubiertas de nieve ocultaban la luz del sol.

Fue en el momento en el que el sol se termino de ocultar y dejo ver el fuego en el interior de los ojos de corazon de hielo.solo necesitó levantar su espada y señalar hacia donde se dirigirian y un ejercito de guerreros, ogros, caballeros demonios y todo tipo de sin almas desfilo ante su mirada incandescente...


Un pintor registró algunos de los eventos de tan sangrienta batalla.

Los goblins lograron entretener al general aquí cerca, y a la caballería de Corazon de Hielo en el otro flanco:


Momentos previos al choque de fuerzas:


El choque de fuerzas, el cazador aquí abajo con el General caótico el ginante en ruta hacia los ogros del caos, y todos los demás ya dandose murra:


Los Tripasduras desaparecieron, los toro están corriendo, y Kiang quedó desubicado ante las cargas, arriba de todo:


Único momento victorioso de la tarde de los ogros, el Gigante corriendo y masacrando al último de los ogros del caos:


La desolación, sólo queda el gigante allí arriba, sin tiempo de moverse el caos no le dio la oportunidad de luchar y morir dignamente, lo abatió a disparos mágicos:

Ogros contra Elfos Silvanos

Luego de devorar algunos imperiales dubnios, Kiang decidió volver a casa con sus Matazombies, pero pensó en tomar un desvío para capturar algunos goblins, que según le había comentado un imperial medio masticado, eran más confiables que los gnoblars.

Así, con 20 nuevos goblins para usar de servidores, Kiang estaba dispuesto a pasar un fin de semana con comida y descanso. Pero un par de malas decisiones a la hora de elegir el camino, los llevaron a terminar en territorio de elfos silvanos.

Vieron de lejos el largo frente de los silvanos, pero no parecía muy apetitoso, pura madera. "Hachemo al hombre árbol, y asadito de pequeñajo elfo", dijo uno de los Comehumanos de Kiang, que ya había probado el asado de elfo.

Dura batalla, los ogros se vieron mareados al inicio, pero luego de unas certeras corridas pudieron finalmente pegarle a algo, si bien se veían rodeados adonde fuese que iban.

Las victorias morales de la batalla fueron logradas por Kiang en persona, que se cargó al Hombre Árbol junto con su guardia de Comehumanos. Este hombra árbol ha pasado a ser el perchero personal de Kiang.

Luego los goblins, que resistieron cuatro turnos de disparos, para luego liquidar bailarines y arqueros aquí y allá, antes de ser ellos mismos fusilados.

Otra derrota para Kiang, pero esta vez se fueron con las tripas un poco más satisfechas.

El despliegue, nos superaban en número abiertamente, también en velocidad:


Los bosques se movían, y debímos dividir nuestras fuerzas, nos tentaban para entrar, pero los ogros no se llevan bien con los bosques. Los sueltafuegos fallaron en su tarea de ocuparse del ágila:


El matarife con los toros logró pasar antes de que los bosque se cerrasen. El hombre árbol finalmente salió, y Kiang lo estaba esperando. El cazador falló en cada disparo, no se pudo ocupar de un sólo elfo que lo bailó toda la tarde. Ren Culoasesino y sus tripas duras, estuvo rodeado toda la tarde (derecha) pero pudo dar unos cuantos golpes y resistió hasta el final:



Kiang hachó al Hombre Árbol con su Parteescudos, ayudado por sus fieles Comehumanos:



Al fondo se ve la carga arrazadora de Kiang, que habiendo liquidado al Hombre árbol, fue a por las dríadas. Al frente se ve cómo el cazador sigue bailando sin pegarle a nada:



Los goblins rodeados, pero habiendo bajado unos cuantos bailarines y arqueros, debieron haber cargado para no ser fusilados, pero con una mala decisión prefirieron disparar:

Primeras batallas de los Ogros Matazombies

Como escriba autorizado de la tribu de los ogros Matazombies, les relataré aquí sus experiencias bélicas, comenzando con el último y catastrófico encuentro con las tropas imperiales del Conde Elector de Dubnia.

El sol se desperezaba sobre el horizonte cuando Kiang y sus Matazombies llegaron a un valle verde y despejado. Iban en busca de comida, humanos que devorar, ya que los enanos de la última batalla no los habían saciado. Las tripas de Kiang y sus ogros se removieron con alegría al ver un frente interminable de humanos.

Esta vez Kiang llevaba consigo el gigante que había capturado días atrás, por lo que decidió enviarlo contra "esa cosa de chapa que emitía vapol"... Lo perdió rápido, y el Cazador tuvo que salvar las papas, siendo casi el último en irse del campo de batalla ese día, luchando contra el tanque de vapor.

La batalla iba bien, los Matazombies repartían golpes por aquí y allá, si bien no pegaron un solo tiro, cuando los toros encontraron seis barriles de cerveza que habían dejado los enanos allí en su carrera apresurada por cubrir un ataque del Caos (según gritaron los imperiales a los crédulos ogros).

Resumen, que cuando el sol estaba en su cenit, cayendo duro sobre las cabezas de los Matazombies, la cerveza ya corría por las sangre espesa de los ogros, lo que hizo que llegaran a errar 11 de 12 golpes contra unos simples espadachines. La batalla se fue en picada, porque los ogros no metían un golpe, parecía que peleaban contra fantasmas.

En palabras de un ogro toro que no quiso identificarse: "Había sei sombla al lao de cada pequeñajo, oglo plobaba pegarle siemple a una difelente, y nunca ela la real... nunca me he sentio más tliste en mi vida, cerveza enana no la tomo nunca más".

Se cuenta que la cerveza fue dejada por un ingeniero enano llamado Bilardosqui. Así y todo, si bien Kiang había caído en los trucos mágicos del espejito del general Dubnio, los toros fueron los más bravos de todos, los últimos en dejar el campode batalla, salvando el honor de los Matazombies, si bien con las tripas haciendo ruido por haber podido "devorar apenas un pequeñajo".


Para los archivos de la Universidad de Altdorf dejó estos relatos que he armado sobre las primeras batallas de los Matazombies fuera de los Reinos Ogros:

Primeras Batallas de Kiang Matazombies

El sol se ocultaba tras las montañas de los lamentos, y Ren Culoasesino lo miraba con nostalgia. Recordó sus viejos tiempos de mercenario para el Imperio. ¿Donde estaban esas épocas? Ahora esos maricas de la 7ma edición ya no querían mercenarios... Mientras arrancaba la cabeza de un humano mercader, que había cometido el error de entrar en territorio de los Matazombies, pensó... ¿y si me hago una escapada?

Así fue la primera experiencia bélica de Ren Culoasesino por su cuenta. Nada le dijo al Déspota Kiang Matazombies, y partió a probar suerte en esa zona del Imperio que llaman Flingar. Con esos colorcitos negro y rojo parecían un ají levemente quemado en la parrilla, listos para ir al estómago.
No le fue muy bien a Ren y los 19 ogros que lo acompañaron, pero al menos pudieron dar unos cuantos golpes, y vieron esas máquinas de las que tanto se hablaba.

Kiang montó en cólera cuando se enteró de la derrota, si bien más que nada porque no pudo ir él mismo a comer algunos humanos.

Decidió enseñarle lo que era pelear en serio y atacaron las fronteras de los Enanos de la Forja. Si bien no tuvieron la victoria, sí pudieron pegar bastante más que la otra vez.
Se estaban sentando las bases para futuras incursiones. A los Ogros Matazombies les estaba empezando a gustar la batalla, ya no resultaba divertido atacar a las caravanas de mercaderes que iban a Catay. ¡Querían más bocados extranjeros!

Aventuras navales de Ren Culoasesino

El archivo que abre este escriba el día de hoy trata sobre las aventuras navales de Ren Culoasesino. Se cuenta entre los tripasduras que Ren durante sus viajes por el mundo, aprendió a navegar, y hasta fue capitán de un barco de piratas durante dos años. Que Ren llame navegar a azotar con un palo a quienes manejan el barco, y piratas a una mezcolanza de zombies y goblins, es otra cosa.

Al parecer Kiang Matatanques le solicitó a su hijo no reconocido, Ren, que consiguiese tripulantes para el barco que habían conseguido a fin de ir al Archipiélago Del Fin del Mundo. Ren, a fin de complacer a su padre y poder ser reconocido finalmente como hijo, pensó en las aficiones de Kiang. Ahora había adquirido el deporte de matar tanques de vapor, pero para Ren sería complicado conseguir un par de tanques a fin de que movilizaran el barco, así que pensó en el otro pasatiempos favorito de Kiang, los zombies! Reclutó unos tripasduras para ir de cacería y volvieron una semana después.

Kiang acudió a su barco con toda la tropa confiado en que Ren habría hecho su trabajo. Se sorprendió al ver 20 piratas zombies bambolearse sobre la cubierta de su barco, persiguiendo a los goblins que se suponía debían manejarlo.

Se lo escuchó protestar por lo bajo: "estos pibes de hoy en día...".

Kiang tenía realmente un vicio, una adicción, y ese vicio era destrozar cabezas de zombies contra su pecho. Ahora tendría que viajar durante meses con 20 zombies, sin poder matarlos, y para colmo tratando de cuidarlos para que sirviesen de tripulación, y como si fuera poco, también vigilando que no mordiesen a los goblins...

Super Batalla del Bicentenario

Kiang Matazombies partió hacia la Cuchipanda para aprovechar el fin de semana largo, y dejó a cargo de la tribu a su hijo Ren Culoasesino. Ren intentó llevar a cabo un torneo de levantamiento de rinobueyes pero no le resultaba divertido, extrañaba la batalla, así que suspendió todo, juntó un par de muchachos a las apuradas y fue en busca de la batalla más cercana que encontrase.

Vio que un Elfo Oscuro y un Caótico estaban por capturar un fuerte en manos de los enanos que habían acabado con el ejército de su padre, y también de esos Dubnios que los habían emborrachado con la cerveza adulterada de los enanos. Los otros... esos bailarines silvanos que tantos dolores de cabeza les dieron a él y a su padre en la última batalla. No había duda, se puso bajo las órdenes del Elfo.

Ren vio dividirse a su pequeña partida en diversos pedazos, pero no le molestó ya que le dejaron quedarse con sus comehumanos y lo pusieron frente al fatídico tanque que se había llevado a su gigante en la batalla anterior. Venganza! Gritaban.

Cerca del Fuerte en plena Plaza de Mayo los Tripas duras no supieron ubicarse bien, y realizaron un par de movimientos erróneos, que los ubicaron en el peor lugar en el peor momento. Los goblins recién adquiridos no hicieron nada más que correr durante toda la batalla. Esos inconstantes sueltafuegos, desesperados por devorar arcabuceros con rifles y todo apuntaron sus cañones para el lado erróneo, haciendo más bajas entre ellos que en el enemigo. Al final del día sólo uno de ellos sobrevivió, luego de correr por todo el campo de batalla, aturdido por la muerte de sus hermanos.

Ren prestó poca atención a todo eso, recién se enteró del resultado al final de la batalla. Él tenía sus ojos puestos en el tanque, y hacia él corrió apenas tuvo la oportunidad. El tanque se le escapó dos veces, incluso escondiéndose detrás de una casa. Pero Ren aguantó disparos de cañón y lluvias de flechas. Llegó ante el tanque con la mitad de su unidad, y con lentitud y constancia terminó desmantelando al tanque y devorando a su infame dotación.

Eso los retrasó, lo suficiente como para que el general Elfo silvano los tomase por sorpresa y los cargase por la espalda. Pero ante el desafío del general elfo, Ren no pudo más que mirar de arriba a abajo al elfo y calcular cuantas calorías tendría. Luego de unos machacazos acabó en su estómago junto con los humanos medio digeridos, y una rueda de tanque.

Pero no todo fue desastre para el resto de la compañía de Ren, ya que los ogros toro que fueron enviados a sostener el punto estratégico del Río de la Plata, resistieron allí solos y sin refuerzos casi hasta el final de la batalla llevándose unas cuantas dríadas y caballeros elfos con ellos a la tumba.

Al final del día, Elfos y Caóticos se lamentaban por no haber podido conquistar el fuerte, pero Ren, a pesar de haber perdido casi el 90 por ciento de su ejército, estaba contento. Un tanque y un general silvano, no podía esperar a contárselo a su padre.

Y ahora las fotos:
Este fue el despliegue inicial de ambos ejércitos, 3000 puntos de cada bando, 1000 por cada jugador


Los sueltafuegos flanqueando a una unidad elfa oscura con la maga que se llevó tantos enemigos a la tumba esta tarde


Los Tripas duras, detrás de los mastines del caos y junto a los goblins y guerreros del caos, añoraban carne de los enanos que se ven al frente:


Aquí abajo al centro vemos a Ren y sus Comehumanos, junto a los elfos oscuros y la caballería caótica, al frente el Tanque, era lo único que Ren veía:


El encajonamiento de la muerte:


Los sueltafuegos terminaron solos ante el peligro, a punto de disparar:


Aquí vemos cómo hicieron correr a los arcabuceros, pero perdieron dos ogros para poder hacerlo...

Ren persiguiendo al tanque, y recibiendo lluvias de flechas elficas


El metal con la cereza humana arriba que terminaría en el estómago de Ren


La fatídica carga del sueltafuegos sobreviviente, que habiendo generado miedo a los enanos, no logró pegarle ni uno de sus cuatro ataques, y luego huyó totalmente desmoralizado, no dejaría de correr hasta el final de la batalla, al fondo vemos a su compañero que moriría frente al avance de la caballería imperial (sin haber podido pegarle ni un tiro)


Los tripas duras arrasados por los enanos, no llegarían a dar ningún golpe habían quedado desmoralizados y fueron tristemente asesinados por la espalda mientras corrían, alcanzados por un grupo de lentos enanos. Triste final para esos tripasduras que me llevó toda la semana pintar Lengua


Último turno de la batalla