Como escriba autorizado de la tribu de los ogros Matazombies, les relataré aquí sus experiencias bélicas, comenzando con el último y catastrófico encuentro con las tropas imperiales del Conde Elector de Dubnia.
El sol se desperezaba sobre el horizonte cuando Kiang y sus Matazombies llegaron a un valle verde y despejado. Iban en busca de comida, humanos que devorar, ya que los enanos de la última batalla no los habían saciado. Las tripas de Kiang y sus ogros se removieron con alegría al ver un frente interminable de humanos.
Esta vez Kiang llevaba consigo el gigante que había capturado días atrás, por lo que decidió enviarlo contra "esa cosa de chapa que emitía vapol"... Lo perdió rápido, y el Cazador tuvo que salvar las papas, siendo casi el último en irse del campo de batalla ese día, luchando contra el tanque de vapor.
La batalla iba bien, los Matazombies repartían golpes por aquí y allá, si bien no pegaron un solo tiro, cuando los toros encontraron seis barriles de cerveza que habían dejado los enanos allí en su carrera apresurada por cubrir un ataque del Caos (según gritaron los imperiales a los crédulos ogros).
Resumen, que cuando el sol estaba en su cenit, cayendo duro sobre las cabezas de los Matazombies, la cerveza ya corría por las sangre espesa de los ogros, lo que hizo que llegaran a errar 11 de 12 golpes contra unos simples espadachines. La batalla se fue en picada, porque los ogros no metían un golpe, parecía que peleaban contra fantasmas.
En palabras de un ogro toro que no quiso identificarse: "Había sei sombla al lao de cada pequeñajo, oglo plobaba pegarle siemple a una difelente, y nunca ela la real... nunca me he sentio más tliste en mi vida, cerveza enana no la tomo nunca más".
Se cuenta que la cerveza fue dejada por un ingeniero enano llamado Bilardosqui. Así y todo, si bien Kiang había caído en los trucos mágicos del espejito del general Dubnio, los toros fueron los más bravos de todos, los últimos en dejar el campode batalla, salvando el honor de los Matazombies, si bien con las tripas haciendo ruido por haber podido "devorar apenas un pequeñajo".
Para los archivos de la Universidad de Altdorf dejó estos relatos que he armado sobre las primeras batallas de los Matazombies fuera de los Reinos Ogros:
Primeras Batallas de Kiang Matazombies
El sol se ocultaba tras las montañas de los lamentos, y Ren Culoasesino lo miraba con nostalgia. Recordó sus viejos tiempos de mercenario para el Imperio. ¿Donde estaban esas épocas? Ahora esos maricas de la 7ma edición ya no querían mercenarios... Mientras arrancaba la cabeza de un humano mercader, que había cometido el error de entrar en territorio de los Matazombies, pensó... ¿y si me hago una escapada?
Así fue la primera experiencia bélica de Ren Culoasesino por su cuenta. Nada le dijo al Déspota Kiang Matazombies, y partió a probar suerte en esa zona del Imperio que llaman Flingar. Con esos colorcitos negro y rojo parecían un ají levemente quemado en la parrilla, listos para ir al estómago.
No le fue muy bien a Ren y los 19 ogros que lo acompañaron, pero al menos pudieron dar unos cuantos golpes, y vieron esas máquinas de las que tanto se hablaba.
Kiang montó en cólera cuando se enteró de la derrota, si bien más que nada porque no pudo ir él mismo a comer algunos humanos.
Decidió enseñarle lo que era pelear en serio y atacaron las fronteras de los Enanos de la Forja. Si bien no tuvieron la victoria, sí pudieron pegar bastante más que la otra vez.
Se estaban sentando las bases para futuras incursiones. A los Ogros Matazombies les estaba empezando a gustar la batalla, ya no resultaba divertido atacar a las caravanas de mercaderes que iban a Catay. ¡Querían más bocados extranjeros!
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