Batalla jugada en La Guardia Argeva
Kiang se levantó contento, con una sonrisa en los labios que dejaban ver sus tres dientes de oro y los otros medio podridos. Tan llamativa era la sonrisa, que uno de los ogros toro osó decirle que tenía un trozo de arcabuz dubnio entre los dientes, y terminó con tres dedos menos, que sirvieron de palillos de dientes. Pero eso no le quitó la sonrisa a Kiang Matatanques. Ese día iba a matar zombies por primera vez en meses.
Partió con su ejército después del excelente almuerzo que preparó el nuevo matarife, ayudado por el goblin cocinero que habían capturado en Dubnia. Era todo festejo porque la tribu de los Matazombies iban al campo de batalla a matar zombies. Incluso hasta se permitió que los goblins entonasen canciones de cumbia orca, a pesar de que los ogros detestan la música.
La vampiresa Erendis la sangradora había lanzado un desafío, y allí acudían los ogros a ponerla en su sitio.
Grande fue la sorpresa cuando a mitad de camino se encontraron con el enemigo más odiado de Kiang Matatanques: el traicionero caótico Corazón de Hielo.
Al parecer el caótico también iba a otro sitio, pero cuando se vieron de lejos las dos huestes no pudieron reprimir su odio mutuo. Los ogros cargaron como apurados, pensando todo el tiempo en que los zombies se iban a ir si tardaban mucho.
No se sabe si fue por estar pensando en los zombies, o por alguna extraña estratagema del infame Corazón de Hielo, pero luego de una carga que prometía destrozar la horda de guerreros del caos, los ogros erraron todos los golpes, decenas de ataques, y no pegaban ni uno solo.
El Tirasobras enloqueció y se llevó por delante al gigante mecánico a vapor, dejándolo medio destartalado. Así y todo pudo hacer algunas bajas entre los bárbaros, pero ya perdía vapor por muchas rendijas, y no les costó ultimarlo a los exhibicionistas bárbaros.
El otro gigante sirvió a duras penas para detener una carga de la caballería, que igualmente terminó arrasando con la unidad de Kiang.
Al final sólo quedaban algunos ogros toro corriendo y los goblins, que se pasaron la batalla tirando rocas y trozos de metal al cañón infernal, sin hacerle daño.
Kiang volvió cabizbajo a su campamento, sin prestar atención a los numerosos arroyos de sangre que corrían por su cuerpo. Su hijo no reconocido, Ren Culoasesino, se le acercó, él mismo bastante mal herido, y le dijo:
--No se me ponga mal, que la que viene le damo pa que tengan a los zombies de Erendis, que prometieron volver.
La sonrisa volvió al rostro ensangrentado de Kiang, y ahora se vio entre los dientes un trozo de armadura del héroe caótico que había abatido en duelo singular.
Ahora, los dejo con las pinturas que ha tomado este servidor:
Aquí el despliegue de los grandes bloques
Turno dos de los ogros ya, se lo ve al gigante mecánico a vapor ya habiendo recibido cuatro heridas por cometer el error de ponerse frente al Tirasobras que se volvió loco y lo cargó
Ya el combate, en el que el gigante de la derecha no resistiría la carga de los caballeros del caos, y el otro, mal herido, tampoco aguantaría la de los bárbaros.
Acá ya habían pasado los ochenta mil ataques ogros que no hicieron una sola herida Y se ve el último aguante de Ren, quien cayó bajo otra carga de la caballería
Ya puestos en fuga los ogros toro, al fondo los goblins, siempre resistiendo (o no haciendo nada )
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